Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es una experiencia humana que limita nuestras decisiones y relaciones.
El miedo en general, es una emoción natural, que funciona como una alarma cuando percibimos una amenaza. Muchas veces,el miedo es físico, como miedo a enfermar y, otras veces, tiene que ver con nuestras emociones y relaciones con los demás.
El miedo al rechazo es un temor a que otras personas no nos acepten, nos critiquen o nos aparten. Es algo muy humano porque todos queremos sentirnos valorados y toca dimensiones profundas del ser humano: el anhelo de pertenecer.
El miedo puede hacer que cada vez vayas evitando más situaciones. A veces aparece de forma sutil, como cuando prefieres no dar tu opinión por miedo a lo que pensarán. Así, cada vez te expones menos y reduces la oportunidad a posibles nuevas experiencias que te producen bienestar; es algo así como: “si no juego, no pierdo”. Sin embargo, paradójicamente, estas estrategias aumentan el temor y refuerzan la inseguridad.
El objetivo es actuar a pesar de su presencia: ¿ cómo?
- observa cómo hablas
- Observa las situaciones que evitas
- Reestructurando la percepción del “no” para que deje de ser vivido como una amenaza Ese miedo tiene una historia y posiblemente haya tenido una función en tu vida.
Puede hablar de lo que en el pasado hayas hecho para encajar, de momentos en los que no te sentiste suficiente o de lo que hayas podido vivir en tu entorno más cercano. A veces basta con una vivencia cotidiana para que se active la alarma interna y te encuentres en tensión. Otras veces buscas validación, pero eso tampoco llega a conectar contigo, perdiendo contacto con lo que realmente deseas.
Puede ser agotador, lo que a nivel biológico, todo este estrés o ansiedad, repercute en el cuerpo. Y la ansiedad nos aleja de la capacidad para disfrutar plenamente.
Una necesidad básica de conexión
Desde pequeños aprendemos a que gustar es importante. Que si encajamos, estaremos a salvo. Sin embargo, muchas personas, aprendieron desde muy pequeñas a ser “invisibles”: a no molestar, a no pedir, a no destacar. Quizás aprendieron que era más seguro no llamar la atención, que sus necesidades eran secundarias o que expresar lo que sentían podía traer conflictos o rechazo.
Con el tiempo, se vuelve un hábito, una manera de actuar y de sentir que, aunque en algún momento te protegió o te sirvió, a la larga, trae consecuencias que afectan al bienestar emocional, como: sensación de vacío, baja autoestima y relaciones desequilibradas.
No se trata de eliminar el miedo
Existen caminos más amables, mas humanos que te permiten empezar a vivir con el miedo al rechazo sin que tenga tanto poder sobre ti.
Caminos que no te exigen perfección, que te invitan a escucharte, a darte permiso para sentir y a recuperar tu voz.
Lleva su tiempo aprender a ser visible, a ocupar tu lugar, pero lo bueno es que estos patrones aprendidos son reversibles, por lo que podemos cuestionarlos y reemplazarlos por formas más saludables de relacionarse con uno mismo y con el entorno. Desde una parte más auténtica, puedes seguir sintiendo miedo y aun así, tomar decisiones que te acerquen a lo que necesitas.
La terapia psicológica puede ayudarte
Quizás has intentado hacerlo por tu cuenta o hayas aprendido a sobrellevarlo lo mejor posible. Pero mereces un espacio donde aflojar, donde no tengas que ser fuerte todo el tiempo, donde puedas simplemente ser. Mereces ser visto y escuchado. La terapia puede ayudarte a reconectar contigo mismo, para que poco a poco vayas sabiendo quien eres y que ocurre dentro de ti.
En terapia, vamos tirando del hilo, entendiendo sus raíces, acompañando lo que duele y dejando espacio a lo que pueda nacer.
Si hay algo de lo anterior que te ha llamado la atención, puedes contactarme y contarme tu caso.